jueves, 19 de septiembre de 2013

La imagen perdida... y vuelta a encontrar

El sismo datado cerca de 1564 que provocó la destrucción del pueblo de Atitlán en la isla de la laguna de La Magdalena no solo permitió que el pueblo del mismo nombre asentado en la orilla norte aumentara de población sino que provocó una rencilla entre los pueblos vecinos.  Tras el movimiento telúrico y la inundación de la Isla, quedaron arruinadas parte de las construcciones entre ellas, el templo que perdió todas sus imágenes incluida un Cristo crucificado de pasta de caña de maíz hecho en el taller de los Cerda en Pátzcuaro, Michoacán.
 
La ligereza del material permitió que unos años después, quizá después de permanecer atorado en el cieno del vaso lacustre o entre la vegetación circundante, flotó y fue encontrada por los pescadores de la zona.  Como en cada pueblo que circundaba la laguna había habitantes del antiguo pueblo de Atitlán cda pueblo reclamaba para sí la imagen que flotó en el lago.
 
Magdalena, Etzatlán, Santa María del Oro de Naccorachi, Ahualulco, Oconahua y hasta Tequila peleaban por el pueblo que se había resguardado en el primero.  El asunto se tuvo que ventilar en la Real Audiencia quien lo derivó al obispado que, para variar, no tenía cabeza. Así, la Sede Vacante del obispado de Guadalajara decidió recoger la imagen so promesa de que, sometería el caso al Obispo en cuanto lo hubiera.  Era cerca del año de 1570.  Así, la imagen fue embalada y llevada a la Catedral de la sede episcopal.  Nunca regresaría.
 
El Señor de las Aguas, resguardado actualmente en la Catedral de Guadalajara, fue venerado en la isla de Atitlán.  La cruz actual no corresponde a la original.
 
 
Para mayo de 1573 tomó posesión del gobierno de la diócesis de Guadalajara Francisco Gómez de Mendiola quien ordenó que el Cristo Crucificado que ya era conocido como el "Señor de las Aguas" fuera resguardado en la catedral vieja que hoy es el templo de Santa María de Gracia.  Posteriormente fue colocado en el convento de Santa Teresa provocando nuevamente conflicto entre ambos conventos. 
 
La región de donde salió el Santo Cristo de las Aguas olvidó rápidamente la posesión.  El pueblo de La Magdalena mandó hacer una imagen réplica del Santo Cristo de Amacueca, que tenía fama de muy milagroso en la época pero lo pidieron con el semblante muerto y no desfalleciente como el original.  Era alrededor del año de 1590 y la fiebre de la plata comenzaba a darle riqueza al pueblo.
 
El Santo Cristo de Amacueca en una fotografía del Ayuntamiento de esa ciudad.  Fue la base para la creación del Santo Cristo de La Magdalena.
 
 
En algún momento de 1598, llegó a La Magdalena, cargado en una remuda, la imagen de un Cristo crucificado hecho en madera, con el semblante muerto y sobre una cruz ochavada, llegó el objeto que le daría razón de ser a La Magdalena: un Cristo crucificado de tamaño natural que fue colocado en el presbiterio sobre un petate para ser usado en las procesiones del viernes santo.
 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA
"Los Cristos de caña de maíz y otras venerables imágenes de Nuestro Señor Jesucristo",
Luis Enrique Orozco
 
 
 

miércoles, 17 de julio de 2013

La legendaria inundación

Ocurre, muy de vez en cuando, que las leyendas tienen rastros de verdad.  Mi abuela  me contaba que "las gentes" decían que en Magdalena hubo una inundación que acabó con el pueblo que estaba en una isla en la laguna.  Dos comadres necesitaban agua y como llegaran las dos al mismo tiempo al único grifo que había en el pueblo, disputaron hasta que sonó la última de misa.  Entonces se alzó la laguna cubriendo el pueblo por completo ahogando a unos y sacando de la isla a otros llevándolos hasta la orilla.  El templo quedó destruido al igual que el pueblo y las imágenes todas se perdieron.  La gente se fue entonces a la orilla de la laguna, cerca del cerro y allí hizo un pueblo nuevo que ahora es Magdalena.

Esta sencilla narración resume casi todo el nubloso siglo XVI de La Magdalena.  A unos días de celebrar el 22 de julio como fecha de "fundación", resulta interesante retomar esta leyenda que se compone de cuatro partes:
-El pueblo en la Isla
-La inundación
-La pérdida de las imágenes del templo
-La repoblación de Magdalena en una orilla de la laguna

Las cuatro partes de la leyenda son verdad.  El tiempo ha adornado los hechos que le dieron vida al pueblo y lo han transformado en una leyenda con moraleja: los compromisos amistosos y sobre todo sellados por la religión deben ser respetados hasta la muerte. Por ello el pleito de las comadres por una llave de agua.  Magdalena era un pueblo conocido desde el siglo XVI como un "lugar lleno de fuentes" según las relaciones del siglo XVI.  Que unas comadres se pelearan por una llave de agua en una isla en medio de una laguna de agua dulce es un pleito sin razón.  El compadrazgo es un vínculo sagrado para la Iglesia y para la sociedad del siglo XVI.  Aún hoy los ritos del compadrazgo son un fuerte vínculo para la sociedad de Magdalena y de la región de los Valles de Jalisco.  A los compadres hay que elegirlos e ir a buscarlos; solicitarles el compadrazgo; presentarles al hijo que se va a apadrinar; asistir al bautismo y darse el abrazo de compadres.  El vínculo se rompe solo hasta la muerte a donde deben asistir los compadres a darle el "último abrazo" al agonizante y sino lo alcanzaran deberán dar un beso al cadáver. 

"A falta de padres padrinos" reza el refrán impuesto por la Iglesia virreinal y que persiste en la memoria de los valles de Jalisco.  El padrino nunca podrá desposar a la ahijada ni la madrina al ahijado, la cópula entre los dos se considera, para el catolicismo,  incesto.  El pleito de unas comadres en una isla rodeada de agua y con tantas fuentes por una llave es un pleito inútil.  La riña de las comadres, más que por el uso de la llave de agua es por la jerarquía, por los privilegios entre compadres y la moraleja, con la destrucción del pueblo en la isla, es que el vínculo realizado ante la Iglesia solo puede ser disuelto por la muerte.

En el mapa de 1550 hemos agregado las flechas que indican la ubicación de las dos islas sin el islote.  Agregamos las cruces para ubicar el los templos aledaños de Etzatlán y San Juanito de Escobedo.  Los estudios más rcientes señalan que, por la ubicación, no es San Juanito sino Magdalena que aparece sin nombre.  En el mapa hecho a mano alzada y quizá por manos indígenas, existe un desfase en los puntos cardinales.


En 1564, según los cronistas de la época,  "un temblor de tierra asoló al reyno" destruyendo casi todos los pueblos de la Nueva Galicia (hoy Jalisco).  Alonso de la Mota y otros cronistas cuentan que en la Laguna de Magdalena se abrieron grandes grietas que hicieron que la laguna bajara de nivel y muchos peces se perdieran en ellas tanto, que luego fue necesario llevarlos en cántaros desde Chapala.  Pero hay un detalle más que nos permite entender la inundación y destrucción del pueblo: "luego se volvió el agua alta que llegó a la yglessia de Issatlán y al pueblo de Agualolco" El pueblo en la isla se llamaba Atitlán y era el asiento original del gobierno de la región que gobernaba el Goaxícar donde había adoratorios y casa de piedra.  En la segunda mitad del siglo XVI se levantó una capilla que fue arrasada por el movimiento de agua resultante del terremoto de 1564.  La mayoría de los supervivientes de Atitlán se asentaron en el recién repoblado pueblo de La Magdalena. Pueblo surgido hacía pocos años del convulso movimiento de la Guerra del Mixtón.  Ese pueblo les ofrecía tener la libertad de estar bajo el gobierno del Rey y no bajo la batuta de los encomenderos de Etzatlán.  Y por allí dicen "las gentes" que los viernes santos a medianoche, a veces, es posible, aguzando el oído, escuchar las campanas de aquella vieja Magdalena que un día se hundió en las aguas de la laguna.

 
En la imagen, tomada de Google maps, podemos observar el extenso territorio que cubría la laguna de La Magdalena.
Las flechas nos indican las islas que hoy son cerros y se puede apreciar las distancias.  Al comparar esta imagen con el mapa de 1550 que antes hemos publicado, las cruces corresponden a los templos que se habían erigido hacía la época.  El de la Isla de Atitlán, también llamada Merodió, fue destruido por la inundación que siguió a uno de los sismos de 1564.
 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
De la Mota y Escobar, Alonso, "Descripción de los reynos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya  y Nuevo León"


 

jueves, 11 de julio de 2013

La escurridiza fundación de Magdalena


Para que exista una parroquia debe existir primero una comunidad.  La Parroquia, en el siglo XVI representaba un paso escalonario en la vida de un pueblo.  El pueblo no era la denominación humillante que hoy pretendemos hacer de un lugar alejado de las capitales sino un punto desde donde la riqueza se extraía para mantener una maquinaria enorme que se conocía como España. Si fray Diego Muñoz menciona a La Magdalena como parroquia en 1568 quiere decir que la población existía de tiempo atrás pero ¿Cuánto tiempo?  Hasta hace poco hemos creído que Magdalena anteriormente se llamó Xochiltepec o Xuchitepec.  Pero en el mapa de la Nueva Galicia en 1550 no aparece un pueblo con ese nombre ni con el de "La Magdalena".  Sin embargo, aparece la laguna con sus dos islas.
 
En el mapa de guerra de 1550 así se visualizaba la región de Magdalena con la laguna y dos de sus islas (eran tres).  El mapa da lugar a múltiples lecturas históricas, iconográficas e icnológicas.
 

 Con mucha seguridad, el pueblo de Xochiltepec no se encontraba donde hoy es el centro porque sabemos que en 1541 se ordenó una “repoblación” o “reducción” con “indios amigos” para el pueblo de La Magdalena con la entrada del virrey Antonio de Mendoza.  Las “repoblaciones” implicaban traer indígenas que eran files a la Corona Española de la región y desde el centro del país.  Los más famosos de ellos eran los tlaxcaltecas que prestaron servicio en el grueso del ejército que conquistó Tenochtitlán en 1521 bajo el mando de Hernán Cortés.  Pero también había aztecas, purépechas y algunos indígenas vecinos de la comarca.
 

Los “reducidos” o “repoblados” contaban con ciertos privilegios que por lo general eran pertenecer directamente al régimen del rey y no estar supeditados a los encomenderos a cambio de vivir de forma cristiana, civilizada y pagar el tributo al Rey.  Debía haber europeos que les mostrarán la “forma de vivir cristianamente” y podían elegir sus autoridades.  Los pueblos repoblados debían ser trazados en formar de cuadrícula con calles anchas y espaciosas que permitieran el paso del aire, las aguas naturales y sobre todo que permitieran el comercio.  Al centro debían estar el templo, la plaza principal, un hospital, la escuela o colegio y las casas reales o del gobierno.  Luego los demás solares serían para los europeos y los “señores indígenas”; luego vendrían las casas para los indígenas según su importancia y rango. Un cuadrado de derecho para el crecimiento del pueblo y luego los “ejidos” bajo administración civil y que eran las tierras pertenecientes al pueblo que se podían rentar a particulares para algunas actividades comerciales.
 
 

Lo anterior fue decretado por el emperador Carlos I y reformado por Felipe II.  La traza de Magdalena corresponde a las ordenanzas del primero y es muy parecida a la de Etzatlán.  Sabemos por Suarez y el problemático Tello que en 1541 acompañaron al virrey Antonio de Mendoza don Luis y Martín de la Torre, descendientes de don Diego Perez de la Torre gobernador de la Nueva Galicia.  A uno de ellos se le encomendó la traza y repartición de los solares que compusieron el pueblo de La Magdalena, en sus alegatos para conseguir privilegios ante el rey lo mencionan.
 
 

El hecho de que Magdalena se haya trazado y repartido entre 1541 y 1543 no implica que se haya poblado y haya tenido la vida de un pueblo ajetreado de la noche a la mañana.  El mapa de 1550 nos da solo un vistazo del territorio que protagonizó la guerra de 1541.  En las brumas del tiempo se ha perdido esa fecha que otros lugares guardan celosamente de la fundación.  Magdalena comenzó a vivir en la zozobra de una guerra en algún momento entre 1543 y 1550.

viernes, 5 de julio de 2013

Magdalena, más antiguo de lo que esperaba...

Increíblemente la parroquia de Magdalena en la actual diocésis de Guadalajara es más antigua que la fecha ideal de 1596.  La parroquia de Magdalena nació en medio del conflicto de poderes entre dos obispos de la primera mitad del siglo XVI.  En 1536, el papa Paulo III erigió la diocésis de Michoacán con sede en la ciudad del mismo nombre y que  hoy conocemos como Tzintzuntzán.  Unos años después, en 1548, se erige la diocésis de Compostela y que luego se llamaría de “Guadalajara de Indias”.  Compostela, hoy en Nayarit, fue una ciudad que no prosperó y tanto los obispos Pedro Gómez de Maraver y Pedro de Ayala no residieron en ella prefiriendo a la cercana ciudad de Guadalajara hasta que el Papa accedió a cambiar su sede.

La parroquia de Compostela en una fotografía de época.  Sede de la primera diocésis de la Nueva Galicia existe aún hoy un debate acerca de si esta ciudad fue la Compostela histórica o la actual capital de Tepic, Nayarit.

De ahí surgió el conflicto entre los dos mencionados obispos de Guadalajara y el obispo Vasco de Quiroga de Michoacán.  La territorialidad de los dos obispados no estaba limitada y tanto Vasco de Quiroga como sus homónimos de Guadalajara pelearon casi palmo a palmo cada una de las parroquias de sus obispados.  El obispado no solo representaba una forma de gobierno espiritual sino que llevaba consigo mucho poder civil y grandes ganancias económicas.  Los obispos tenían la obligación de hacer visitas pastorales a cada una de sus parroquias ya fuera en persona o delegándolo en otra. 


El obispo Vasco de Quiroga, primer obispo de la diocésis de Michoacán , enfrascado en una lucha de poder y territorialidad con la diocésis de Guadalajara.




Los obispos de Guadalajara y Michoacán se enfrascaron en esta lucha y con ello, nos dejan una descripción donde aparece el pueblo de la Magdalena con su ubicación, su nombre actual y como parroquia.  Entre 1564 y 1568 fray Diego Muñoz da a la luz una visita pastoral que hizo a cada una de las parroquias que estaban en conflicto entre Michoacán y Guadalajara, entre ellas la de La Magdalena a la que le da ese nombre y la ubica “arrimada a una grande laguna que le da nombre”. 

“…Entre siete y ocho leguas de Guadalaxara…” ubica Diego Muñoz a Magdalena en 1568, años antes de la fecha ideal de la erección parroquial de 1596 fundada sobre otro documento que menciona al pueblo como parroquia en esas fechas.  Algunos podrán decir que por esas fechas no había siquiera edificio pero para que una institución humana exista no necesita de una edificación física.

La parroquia de Magdalena o Santa María Magdalena de Xuchitepec inició su vida religiosa en la diocésis de Michoacán y no en la de Guadalalajara a lo que hoy pertenece.  Aunque no podemos definir una fecha exacta, hay un horizonte que nos permite ver la antigüedad de la comunidad parroquial.  En algún momento entre 1550 y 1568, el pueblo de la Magdalena recién poblado, se convirtió en parroquia.


La obra de Diego Muñoz se publicó en Jalisco en 1965.  Quizá con suerte, algún historiador obstinado pueda encontrar ese documento, esa Cédula Real firmada por el Carlos I o Felipe II donde un pueblo recién repoblado, cerca de las costas del Mar del Sur, iniciaba la aventura del nuevo Mundo que lo llevaría a vivir entre la opulencia y la miseria, la belleza y el caos, encaminado a olvidarse de sí mismo en el transcurso de su historia.

lunes, 24 de junio de 2013

1596, ni fundación ni parroquia para Magdalena

Los seres humanos tenemos la necesidad de conocer nuestro origen.  Magdalena ha vivido años escudándose en un pasado glorioso que también es común a todos los grupos sociales.  Hace unos años se celebró con bombo y platillo la fundación parroquial en el año de 1596, un 22 de julio.  Hubiera sido jubilosa la coincidencia de la erección parroquial con la festividad de la santa patrona de Magdalena que es una total desconocida para sus parroquianos.

Santa María Magdalena en un óleo neoclásico. 


Hay que considerar que no es lo mismo la "fundación" que la "erección o elevación parroquial" para que exista parroquia debe existir una población, es decir, sin fundación no hay parroquia, por lo que la fecha de la fundación debe ser anterior a la de la erección parroquial.  Otro detalle que debemos considerar es que, "poblamiento", "repoblamiento" o "reducción" no es lo mismo que "fundación" ni los ritos ni los derechos eran los mismos entre unos y otros.  Al final esta vez nos incumbe solo la mágica fecha del 22 de julio de 1596.

Durante el lago período en que la mayor parte del continente americano fue parte de España el Rey era cabeza no solo del gobierno civil sino también del gobierno de la Iglesia.  Aún las órdenes del Papa tenían que recibir el visto bueno de Su muy católica Magestad. Cardenales, arzobispos, obispos y prelados de las órdenes radicadas en España así como las Arquidiócesis, diócesis y parroquias eran creadas según el arbitrio del Rey.  Por si fuera poco del 28 de junio de 1596 al 11 de marzo de 1598 la diócesis de Guadalajara, a la que pertenece Magdalena, no tenía obispo.  El 22 de julio de 1596 no había obispo y el rey Felipe II se encontraba cerca de la tercera bancarrota de su joven gobierno y la guerra con Francia.

Felipe II rey de España en un óleo de Tiziano.


El 20% de la riqueza de la corte española estaba financiada por ingresos religiosos.  El diezmo era cobrado por el Rey y no por los obispos ni el Papa.  Cualquier documento oficial debía ser sancionado por el Rey mediante las “Reales cédulas” que, claro está, tenían un costo y su pago iba a financiar las mal administradas arcas del Corona Española.  Eso no quiere decir que no se hayan fundado parroquias entre 1596 y 1598.  Muchas veces los obispos locales fundaban las parroquias y luego pedían al rey que las hiciera oficiales mediante la real cédula correspondiente. 

En marzo de 1596 se despachó una Real cédula de la escribanía del Rey donde se menciona la parroquia de Santa María Magdalena de Xuchitepec.  Se sabe que el documento llegó al cabildo eclesiástico de Guadalajara que gobernaba en ausencia del obispo pero el documento fue reservado hasta el nuevo obispo que fue Alonso de la Mota y Escobar quien tomó posesión en marzo de 1598, es decir, dos años después. Pero solo existen registros de la salida del documento y de la recepción pero desconocemos el contenido.


De lo que podemos estar seguros es que la parroquia de Magdalena no fue elevada en 1596 ni un 22 de julio y que tampoco tomó su nombre por la devoción a Santa María Magdalena.  En algún momento dado entre 1545 y 1596,   La Magdalena fue erigida en parroquia como lo demuestra un documento que ha sido público desde hace muchas décadas y que no fue erigida en el seno de la diócesis de Guadalajara sino en otro obispado más lejano y con el que ya ningún vínculo la une. 

La actual sede parroquial y santuario del Señor Milagrosa ni siquiera es la sede original de la parroquia de  La Magdalena, El único fragmento originario de 1604 es el retablo central del semicírculo, el resto ha sido añadido en años posteriior y muy recientes.


miércoles, 12 de junio de 2013

El escurridizo y dudoso Goaxícar

Fray Antonio Tello en su Crónica Miscelánea de la Sancta Provincia de Xalisco pone de relieve el peligroso panorama que tenían los conquistadores europeos para establecer el reino de la Nueva Galicia en América.  En ese marasmo de caos, la figura de los franciscanos es exhaltada como los creadores de la paz para establecer la civilización.  Entre 1524 y 1604 se suceden unos a otros múltiples intentos de alzamientos contra la Corona Española  por odio a la fe católica o al menos así lo hace ver Tello que escribió 150 años después de que los acontecimientos habían ocurrido. 

Entre esos alzamientos se encuentran los de Goaxícar, el tlatoani o cacique de las comarcas de la laguna de La Magdalena que puso en riesgo en 1527 la conquista de la zona que hoy conocemos como Valles de Jalisco (según Tello) y padre de la mítica Neovilt según Ceseña. Luego en 1541 participó en la guerra del Mixtón, en 1569 y 1574 vuelve a aparecer en otras dos insurrecciones y una última en 1604.  77 años transcurren entre la primera y la última aparición de Goaxicar y no se registra su muerte.  Para la época una edad casi milagrosa y sin considerar que en 1524 o 1527 Goaxícar debía tener al menos unos 20 años de edad (someramente).  

La narración de Goaxícar fue repetida por Dávila Garibi y Perez Verdía y algunos otros más.  Alonso Suarez nos da una idea más clara de lo que ocurre con Goaxícar cuando en 1541, el virrey Antonio de Mendoza, hace campamento en La Magdalena y desde allí envía a Cristóbal de Oñate a perseguir a Goaxícar que se había internado en las barrancas del Río Grande hacía Hostotipaquillo.  Menciona también que muchos pueblos de la comarca llevan el nombre del cacique y esa es la única referencia histórica distinta a las fuentes emanadas de Tello que nos hablan de un personaje llamado Goaxícar por lo que su existencia no está en tela de juicio.

Representación idealizada del "Goaxícar" en la plaza principal de Magdalena, Jalisco que no fue un  personaje sino el título de la dinastía de gobernantes de un señorío prehispánico.


Tras la muerte de Fray Juan Calero, los indígenas de Tequila se justifican de ella diciendo que habían sido "los del Goaxícar" y Chirinos aclara tras el comentario "que son los de la Magdalena" por lo que existe la probabilidad que Goaxícar no haya sido solo uno sino más bien una dinastía de gobernantes que llevaban ese título.  "Goaxicar" se deriva de dos vocables prehispánicos "Coatl" y "Xicari" la "Serpiente de la jícara". Animal muy abundante en la laguna de La Magdalena que los indígenas llamaban "Xicarí" o "La Olla" según Cerezo, Coria y Chirinos quienes también hacen una relación más minuciosa de de lo que pudieron observar en 1527. Cerezo habla de que al gobernante le llaman "Goaxícar" y vive en la isla de Atitlán en medio de la laguna donde había "cúes" es decir adoratorios de piedra con enjarre y colores pero que, además, a la región por el gobernada le llamaban "Goaxícar".

Mapa del reino de la Nueva Galicia, 1550 ca. resguardado actualmente en el Archivo Real de Sevilla.  Se nota la región denominada "Goaxixicar", el monograma y la laguna de Magdalena con las tres islas, en la de Atitlán se dibuja un templo cristiano de cal y canto.  Introducido por recomendación de Aurelio Martínez.



Y esa es la única referencia que tenemos de un personaje llamado “Goaxícar” que tomaba su nombre del tótem del pueblo que gobernaba, la serpiente de agua dulce que vivía en tres mundos sagrados el agua, el aire, la tierra y podía comunicarse al inframundo donde vivían los muertos. Goaxícar puede no ser un nombre propio sino más bien el título de un gobernante tal como los tahínos llamaban cacique a su gobernantes y los aztecas tlatoani a su señor.  Por lo tanto, el Goaxícar gobernaba una extensión de tierra que llevaba su nombre como Goajacatán o Goaxícori.  Goaxícar no hubo solo uno sino que fue una dinastía de gobernantes que no sucumbió a la dominación española y cuyo misterioso destino desapareció en los fondos barrancosos del Nayar.

El virrey Antonio de Mendoza que en 1541 encabezó el ejército que puso fin a la insurrección del Mixtón.
Gracias a su presencia en Magdalena tentemos una de las referencias más claras de un personaje cuyo título y no nombre era "Goaxícar".



miércoles, 5 de junio de 2013

La conveniencia de llamarse "Magdalena"


¿Entonces porqué “Magdalena”? No se puede dejar pasar de largo la cuestión.  Ubiquemos a ese pequeño pueblo enclavado en un paisaje que es totalmente distinto al que actualmente podemos observar.  En el siglo XVI, las faldas de los cerros que rodean el Valle estaban bañadas por las aguas de una laguna que contenía tres islas.  El clima era frío según lo relata Mota Padilla.  La orilla norte, a las faldas del actual cerro de La Magdalena y extendido hasta el Cerro Viejo había un grupo de indígenas supeditados al gobierno de la isla de Atlitic.  Era el viejo asentamiento de Guajacatlán o Xuchitepec. 

En 1490 nacía en Guadalajara, la de España, el niño Nuño Beltrán de Guzmán Figueroa fruto del matrimonio entre Beltrán de Guzmán y su prima Magdalena de Guzmán. Con el pasar de los años, el lustre familiar le permitieron que el rey Felipe II le otorgará la presidencia de la Primera Real Audiencia de la Nueva España colocándolo en un puesto ventajoso frente al conquistador Hernán Cortés quien ostentaba ya el título de Marqués del Valle.

Las ambiciones de Nuño Beltrán iban más allá de quedarse a dirimir las querellas de los vecinos de la ciudad de México.  Obteniendo noticias de que el territorio se extendía hacía el norte y bajo pretexto de buscar una comunicación entre la Mar del Sur y el Pánuco se dirigió al Noroccidente del actual territorio mexicano con el fin de hacerse de una conquista propia.

Entre 1529 y 1531 se internó, en compañía de otros españoles y alrededor de 10 mil indígenas, en el territorio que hoy conocemos como Jalisco.  Nuño Beltrán de Guzmán hizo entró a Etzatlán donde fue bien recibido por los indígenas de toda la región.  En su compañía estaban los encomenderos de ese pueblo Juan de Escarcena y Diego de Coria.  La sangrienta táctica con la que Beltrán trataba de sojuzgar a los pueblos indígenas a su conquista explotó la división entre el grupo de los conquistadores hasta la llegada de Cristóbal de Oñate quien entró a Etzatlán desde el “norte”, es decir, por Xochiltepec al encuentro con Guzmán.

Conquistadores españoles y tlaxcaltecas ingresan a Jalisco. Códice Telleriano Remenensis 1545 c.



Oñate, Coria y Escarcena ordenaron a los indígenas de Etzatlán se dispersaran antes que Guzmán les pidiera la obediencia.  Guzmán, molesto por ello, abandonó el pueblo encaminado a su desgracia no sin antes dejar una guarnición de su ejército de indígenas en el pueblo de “Xochiltepec”.  Políticamente y estratégicamente le convenía a Guzmán tras el agrio enfrentamiento con Coria y Escarcena (Oñate tampoco le era amistoso).  El tal pueblo de “Xochiltepec” no tenía ninguna importancia para los encomenderos porque no les restaba poder y a Oñate le convenía tener un enclave de indígenas amigables relativamente cerca de Etzatlán.  Al seguir su camino al norte, Guzmán necesitaba asegurarse la retaguardia y no podía estar mal con los tres capitanes. Así, acordados los capitanes,  Xochiltepec incrementó su número con indígenas congregados de la región y de los traídos por Guzmán quedando fuera de la jurisdicción de las encomiendas de Etzatlán y Ahualulco pero bajo la administración del convento Etzatlán.  Al ser una nueva “congregación” de indígenas,  Xochiltepec quedaba fuera de la jurisdicción de los encomenderos de Etzatlán y Ahualulco  Ni Coria ni Cerezo ni mucho menos Oñate buscaban un pleito con el Presidente de la Real Audiencia de México móvil suficiente para que Xochiltepec recibiera como patrona a Santa María Magdalena.   No tanto por honrar a la Santa sino por agasajar al conquistador quién había perdido hacía poco tiempo a su madre del mismo nombre. 

Arriba, a la izquierda, con sombrero y armadura blandiendo una espada, Nuño Beltrán de Guzmán en el Códice Telleriano Remenensis 1545 c.

 BIBLIOGRAFÍA
Marín Tamayo, Fausto, Nuño de Guzmán: el hombre, sus antecedentes
De la Mota Padilla, Matías, Conquista de la Nueva Galicia
Tello, fray Antonio, Crónica de la Sancta provincia de Xalisco

martes, 28 de mayo de 2013

Neovilt, la leyenda romántica

Todas las sociedades tienen la necesidad de creer en un mito fundacional que les dé razón de ser.  Para los mexicas fue el momento en que Huitzilopochtli los llamó a la peregrinación para establecerse en el centro de lo que hoy es México. Israel toma el nombre de su fundador: Jacob que, una noche, al trabar una lucha con ángel y, derrotándolo, lo detiene de una pierna hasta que amanece y el Ángel lo amenaza y le cambia el nombre por “Israel”.

Magdalena, hoy municipio del estado de Jalisco y cuya fundación real se pierde en los anales del siglo XVI no es la excepción.  Un pueblo que sobrevive entre la decadencia, la quiebra y la opulencia  oscilando rápidamente entre una y otra; ubicado en la confluencia de los caminos que llevan de paso a Guadalajara, su capital y la costa norte del Pacífico mexicano. En un momento dado de su historia, en la encrucijada de la catástrofe que casi lo extermina, Vicente Ceseña, amalgama historias y narraciones de otros lugares para darle un mito fundacional al pueblo pasto de la guerra revolucionaria y mermado por la epidemia de influenza española.

Entre los cadáveres de los apestados que se apilaban en los descansos de los cementerios  surgió el desesperado intento por darle una razón de ser a un pueblo que amenazaba con despoblarse.  El tejido social se había degradado y el juego de los nuevos estratos sociales tiraba a los viejos para ubicar a los nuevos.  El robo, el saqueo y el timo estaban a la orden del día.

Entró en escena Neovilt, hija del “valeroso cacique Goaxícar” (también de dudosa existencia).  Allá por unas fechas lejanas y desconocidas del siglo XVI, la “princesa” habría tenido contacto con los franciscanos de la primera hora.  Pese a toda la insistencia paterna, Neovilt se convirtió al catolicismo y fue bautizada como “Magdalena” (Según Tello también Goaxícar se habría bautizado falsamente).  Posteriormente, en uno de los tantos alzamientos indígenas, Neovilt-Magdalena fue asesinada por su propio pueblo al negarse a abjurar de su fe católica y por ello, el antiguo pueblo de Xochiltepec tornó su nombre a Magdalena.

El relato, lleno del romanticismo propio del siglo XIX y todavía en boga a principios del XX en México, no resiste ningún somero análisis.  Primero, el documento escrito y base de la historiografía del occidente mexicano “La crónica miscelánea d la Sancta Provincia de Xalisco” de fray Antonio Tello no menciona a ninguna princesa ni a los hijos de Goaxícar pero menciona una Magdalena en Jamay.  Luego hemos de considerar que la obra de  Tello fue escrita casi 150 años después de que los hechos de la conquista habían acaecido. 

De haber existido la tal princesa con toda seguridad hubiera sido enviada a España o la hubieran obligado a contraer matrimonio con alguno de los conquistadores europeos tal cual era la costumbre para afianzar la tierra por medio de la herencia.  Si la tal princesa hubiera existido y hubiera sido asesinada por causa de su fe católica se convertiría, inmediatamente en mártir, es decir que, al unir a sus sufrimientos y muerte a los sufrimiento de Cristo y por el grado heroico de su fe, entraba inmediatamente  a la senda de la canonización y nada de eso sucedió.  Gómara, Tello, Motolinía y los historiadores del siglo XVI daban importancia capital a los mártires, sobre todo indígenas de cualquier rincón del Nuevo Mundo y ninguno de ellos menciona el sacrificio de una princesa Neovilt.

Hasta entrado el siglo XVIII las órdenes religiosas tenían por costumbre hacer sus propios cánones y martirologios, una especie de calendario que recordaba a cada uno de sus mártires o de los laicos que habían alcanzado fama de santidad o el martirio en los lugares por ellos administrados.  En ninguno de los cánones franciscanos, quienes administraron la parroquia de Magdalena desde su erección en 1596, mencionan a la princesa Neovilt, hija de Goaxícar, llamada Magdalena muerta por odio a la fe católica.

Los pocos pueblos que habitaban el noroccidente mexicano, entre ellos Magdalena, practicaban la poligamía y una libertad sexual que escandalizó a los franciscanos e hizo de las delicias de los europeos del virreinato.  Aún hoy, las costumbres sexuales de los pueblos mesoamericanos podrían poner los pelos de punta a las puritanas conciencias de algunos ciudadanos del siglo XXI.  Por lo que, una hija de un señor indígena (tlatoani o cacique) no tenía mayor importancia en el linaje a excepción de que hubiera sido la depositaria del poder y si este hubiera sido el caso de Neovilt, las crónicas de la época la hubieran mencionado o tuviéramos datos acerca de la encarnizada lucha librada por los europeos para desposarla baste recordar a la cacica de Tonalá por volver a la dudosa fuente de Tello.

Por último el vocablo “Neovilt” tan fuera de tono en las lenguas del occidente mexicano porque no concuerda, en mis cortos conocimientos, con el nahúatl, el coca, el teco o alguna lengua indígena de la época.  He de aceptar que habrá que indagar en los largos, minuciosos y maravillosos diccionarios que nos legaron los eruditos del siglo XVI de esas lenguas para ver si de entre ellos surgiera alguna raíz prehispánica de tal nombre. 

“Neovilt” pareciera haber sido arrancado del vocablo español “neófito” que significa por lo menos, “nuevo en algo” y se usa para designar a los nuevos creyentes en una fe y en el catolicismo para designar a los recién bautizados pero adultos.  De “Neófito” a “Neovilt” notémoslo, el camino no es largo.


Pero no desesperemos por encontrar ese mito fundacional sobre la sangre de los mártires.  Hacía 1541 La Magdalena, Etzatlán, Hostotipaquillo, Ahualulco, San Juanito de Escobedo y Ameca tuvieron su simiente de sangre en cuatro franciscanos asesinados por odio a la fe, mártires de pura cepa reconocidos por la Santa Sede como siervos de Dios y cuyos restos, hoy en día, descansan en el presbiterio de la parroquia de Etzatlán a la espera de que, en un arrebato de conciencia histórica, la catolicísima grey de los actuales valles de Jalisco proponga a la Santa Sede su elevación a los altares en la lista de los santos.

BIBLIOGRFÍA
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-DE MENDIETA, FR. GERÓNIMO, HISTORIA ECLESIÁSTICA INDIANA, CBCA, MÉXICO, 1999
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La fotograf{ia ha sido tomada del stio www.foro-mexico.com
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