miércoles, 17 de julio de 2013

La legendaria inundación

Ocurre, muy de vez en cuando, que las leyendas tienen rastros de verdad.  Mi abuela  me contaba que "las gentes" decían que en Magdalena hubo una inundación que acabó con el pueblo que estaba en una isla en la laguna.  Dos comadres necesitaban agua y como llegaran las dos al mismo tiempo al único grifo que había en el pueblo, disputaron hasta que sonó la última de misa.  Entonces se alzó la laguna cubriendo el pueblo por completo ahogando a unos y sacando de la isla a otros llevándolos hasta la orilla.  El templo quedó destruido al igual que el pueblo y las imágenes todas se perdieron.  La gente se fue entonces a la orilla de la laguna, cerca del cerro y allí hizo un pueblo nuevo que ahora es Magdalena.

Esta sencilla narración resume casi todo el nubloso siglo XVI de La Magdalena.  A unos días de celebrar el 22 de julio como fecha de "fundación", resulta interesante retomar esta leyenda que se compone de cuatro partes:
-El pueblo en la Isla
-La inundación
-La pérdida de las imágenes del templo
-La repoblación de Magdalena en una orilla de la laguna

Las cuatro partes de la leyenda son verdad.  El tiempo ha adornado los hechos que le dieron vida al pueblo y lo han transformado en una leyenda con moraleja: los compromisos amistosos y sobre todo sellados por la religión deben ser respetados hasta la muerte. Por ello el pleito de las comadres por una llave de agua.  Magdalena era un pueblo conocido desde el siglo XVI como un "lugar lleno de fuentes" según las relaciones del siglo XVI.  Que unas comadres se pelearan por una llave de agua en una isla en medio de una laguna de agua dulce es un pleito sin razón.  El compadrazgo es un vínculo sagrado para la Iglesia y para la sociedad del siglo XVI.  Aún hoy los ritos del compadrazgo son un fuerte vínculo para la sociedad de Magdalena y de la región de los Valles de Jalisco.  A los compadres hay que elegirlos e ir a buscarlos; solicitarles el compadrazgo; presentarles al hijo que se va a apadrinar; asistir al bautismo y darse el abrazo de compadres.  El vínculo se rompe solo hasta la muerte a donde deben asistir los compadres a darle el "último abrazo" al agonizante y sino lo alcanzaran deberán dar un beso al cadáver. 

"A falta de padres padrinos" reza el refrán impuesto por la Iglesia virreinal y que persiste en la memoria de los valles de Jalisco.  El padrino nunca podrá desposar a la ahijada ni la madrina al ahijado, la cópula entre los dos se considera, para el catolicismo,  incesto.  El pleito de unas comadres en una isla rodeada de agua y con tantas fuentes por una llave es un pleito inútil.  La riña de las comadres, más que por el uso de la llave de agua es por la jerarquía, por los privilegios entre compadres y la moraleja, con la destrucción del pueblo en la isla, es que el vínculo realizado ante la Iglesia solo puede ser disuelto por la muerte.

En el mapa de 1550 hemos agregado las flechas que indican la ubicación de las dos islas sin el islote.  Agregamos las cruces para ubicar el los templos aledaños de Etzatlán y San Juanito de Escobedo.  Los estudios más rcientes señalan que, por la ubicación, no es San Juanito sino Magdalena que aparece sin nombre.  En el mapa hecho a mano alzada y quizá por manos indígenas, existe un desfase en los puntos cardinales.


En 1564, según los cronistas de la época,  "un temblor de tierra asoló al reyno" destruyendo casi todos los pueblos de la Nueva Galicia (hoy Jalisco).  Alonso de la Mota y otros cronistas cuentan que en la Laguna de Magdalena se abrieron grandes grietas que hicieron que la laguna bajara de nivel y muchos peces se perdieran en ellas tanto, que luego fue necesario llevarlos en cántaros desde Chapala.  Pero hay un detalle más que nos permite entender la inundación y destrucción del pueblo: "luego se volvió el agua alta que llegó a la yglessia de Issatlán y al pueblo de Agualolco" El pueblo en la isla se llamaba Atitlán y era el asiento original del gobierno de la región que gobernaba el Goaxícar donde había adoratorios y casa de piedra.  En la segunda mitad del siglo XVI se levantó una capilla que fue arrasada por el movimiento de agua resultante del terremoto de 1564.  La mayoría de los supervivientes de Atitlán se asentaron en el recién repoblado pueblo de La Magdalena. Pueblo surgido hacía pocos años del convulso movimiento de la Guerra del Mixtón.  Ese pueblo les ofrecía tener la libertad de estar bajo el gobierno del Rey y no bajo la batuta de los encomenderos de Etzatlán.  Y por allí dicen "las gentes" que los viernes santos a medianoche, a veces, es posible, aguzando el oído, escuchar las campanas de aquella vieja Magdalena que un día se hundió en las aguas de la laguna.

 
En la imagen, tomada de Google maps, podemos observar el extenso territorio que cubría la laguna de La Magdalena.
Las flechas nos indican las islas que hoy son cerros y se puede apreciar las distancias.  Al comparar esta imagen con el mapa de 1550 que antes hemos publicado, las cruces corresponden a los templos que se habían erigido hacía la época.  El de la Isla de Atitlán, también llamada Merodió, fue destruido por la inundación que siguió a uno de los sismos de 1564.
 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
De la Mota y Escobar, Alonso, "Descripción de los reynos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya  y Nuevo León"


 

jueves, 11 de julio de 2013

La escurridiza fundación de Magdalena


Para que exista una parroquia debe existir primero una comunidad.  La Parroquia, en el siglo XVI representaba un paso escalonario en la vida de un pueblo.  El pueblo no era la denominación humillante que hoy pretendemos hacer de un lugar alejado de las capitales sino un punto desde donde la riqueza se extraía para mantener una maquinaria enorme que se conocía como España. Si fray Diego Muñoz menciona a La Magdalena como parroquia en 1568 quiere decir que la población existía de tiempo atrás pero ¿Cuánto tiempo?  Hasta hace poco hemos creído que Magdalena anteriormente se llamó Xochiltepec o Xuchitepec.  Pero en el mapa de la Nueva Galicia en 1550 no aparece un pueblo con ese nombre ni con el de "La Magdalena".  Sin embargo, aparece la laguna con sus dos islas.
 
En el mapa de guerra de 1550 así se visualizaba la región de Magdalena con la laguna y dos de sus islas (eran tres).  El mapa da lugar a múltiples lecturas históricas, iconográficas e icnológicas.
 

 Con mucha seguridad, el pueblo de Xochiltepec no se encontraba donde hoy es el centro porque sabemos que en 1541 se ordenó una “repoblación” o “reducción” con “indios amigos” para el pueblo de La Magdalena con la entrada del virrey Antonio de Mendoza.  Las “repoblaciones” implicaban traer indígenas que eran files a la Corona Española de la región y desde el centro del país.  Los más famosos de ellos eran los tlaxcaltecas que prestaron servicio en el grueso del ejército que conquistó Tenochtitlán en 1521 bajo el mando de Hernán Cortés.  Pero también había aztecas, purépechas y algunos indígenas vecinos de la comarca.
 

Los “reducidos” o “repoblados” contaban con ciertos privilegios que por lo general eran pertenecer directamente al régimen del rey y no estar supeditados a los encomenderos a cambio de vivir de forma cristiana, civilizada y pagar el tributo al Rey.  Debía haber europeos que les mostrarán la “forma de vivir cristianamente” y podían elegir sus autoridades.  Los pueblos repoblados debían ser trazados en formar de cuadrícula con calles anchas y espaciosas que permitieran el paso del aire, las aguas naturales y sobre todo que permitieran el comercio.  Al centro debían estar el templo, la plaza principal, un hospital, la escuela o colegio y las casas reales o del gobierno.  Luego los demás solares serían para los europeos y los “señores indígenas”; luego vendrían las casas para los indígenas según su importancia y rango. Un cuadrado de derecho para el crecimiento del pueblo y luego los “ejidos” bajo administración civil y que eran las tierras pertenecientes al pueblo que se podían rentar a particulares para algunas actividades comerciales.
 
 

Lo anterior fue decretado por el emperador Carlos I y reformado por Felipe II.  La traza de Magdalena corresponde a las ordenanzas del primero y es muy parecida a la de Etzatlán.  Sabemos por Suarez y el problemático Tello que en 1541 acompañaron al virrey Antonio de Mendoza don Luis y Martín de la Torre, descendientes de don Diego Perez de la Torre gobernador de la Nueva Galicia.  A uno de ellos se le encomendó la traza y repartición de los solares que compusieron el pueblo de La Magdalena, en sus alegatos para conseguir privilegios ante el rey lo mencionan.
 
 

El hecho de que Magdalena se haya trazado y repartido entre 1541 y 1543 no implica que se haya poblado y haya tenido la vida de un pueblo ajetreado de la noche a la mañana.  El mapa de 1550 nos da solo un vistazo del territorio que protagonizó la guerra de 1541.  En las brumas del tiempo se ha perdido esa fecha que otros lugares guardan celosamente de la fundación.  Magdalena comenzó a vivir en la zozobra de una guerra en algún momento entre 1543 y 1550.

viernes, 5 de julio de 2013

Magdalena, más antiguo de lo que esperaba...

Increíblemente la parroquia de Magdalena en la actual diocésis de Guadalajara es más antigua que la fecha ideal de 1596.  La parroquia de Magdalena nació en medio del conflicto de poderes entre dos obispos de la primera mitad del siglo XVI.  En 1536, el papa Paulo III erigió la diocésis de Michoacán con sede en la ciudad del mismo nombre y que  hoy conocemos como Tzintzuntzán.  Unos años después, en 1548, se erige la diocésis de Compostela y que luego se llamaría de “Guadalajara de Indias”.  Compostela, hoy en Nayarit, fue una ciudad que no prosperó y tanto los obispos Pedro Gómez de Maraver y Pedro de Ayala no residieron en ella prefiriendo a la cercana ciudad de Guadalajara hasta que el Papa accedió a cambiar su sede.

La parroquia de Compostela en una fotografía de época.  Sede de la primera diocésis de la Nueva Galicia existe aún hoy un debate acerca de si esta ciudad fue la Compostela histórica o la actual capital de Tepic, Nayarit.

De ahí surgió el conflicto entre los dos mencionados obispos de Guadalajara y el obispo Vasco de Quiroga de Michoacán.  La territorialidad de los dos obispados no estaba limitada y tanto Vasco de Quiroga como sus homónimos de Guadalajara pelearon casi palmo a palmo cada una de las parroquias de sus obispados.  El obispado no solo representaba una forma de gobierno espiritual sino que llevaba consigo mucho poder civil y grandes ganancias económicas.  Los obispos tenían la obligación de hacer visitas pastorales a cada una de sus parroquias ya fuera en persona o delegándolo en otra. 


El obispo Vasco de Quiroga, primer obispo de la diocésis de Michoacán , enfrascado en una lucha de poder y territorialidad con la diocésis de Guadalajara.




Los obispos de Guadalajara y Michoacán se enfrascaron en esta lucha y con ello, nos dejan una descripción donde aparece el pueblo de la Magdalena con su ubicación, su nombre actual y como parroquia.  Entre 1564 y 1568 fray Diego Muñoz da a la luz una visita pastoral que hizo a cada una de las parroquias que estaban en conflicto entre Michoacán y Guadalajara, entre ellas la de La Magdalena a la que le da ese nombre y la ubica “arrimada a una grande laguna que le da nombre”. 

“…Entre siete y ocho leguas de Guadalaxara…” ubica Diego Muñoz a Magdalena en 1568, años antes de la fecha ideal de la erección parroquial de 1596 fundada sobre otro documento que menciona al pueblo como parroquia en esas fechas.  Algunos podrán decir que por esas fechas no había siquiera edificio pero para que una institución humana exista no necesita de una edificación física.

La parroquia de Magdalena o Santa María Magdalena de Xuchitepec inició su vida religiosa en la diocésis de Michoacán y no en la de Guadalalajara a lo que hoy pertenece.  Aunque no podemos definir una fecha exacta, hay un horizonte que nos permite ver la antigüedad de la comunidad parroquial.  En algún momento entre 1550 y 1568, el pueblo de la Magdalena recién poblado, se convirtió en parroquia.


La obra de Diego Muñoz se publicó en Jalisco en 1965.  Quizá con suerte, algún historiador obstinado pueda encontrar ese documento, esa Cédula Real firmada por el Carlos I o Felipe II donde un pueblo recién repoblado, cerca de las costas del Mar del Sur, iniciaba la aventura del nuevo Mundo que lo llevaría a vivir entre la opulencia y la miseria, la belleza y el caos, encaminado a olvidarse de sí mismo en el transcurso de su historia.