jueves, 22 de mayo de 2014

La laguna de la Magdalena desaparece

Y la laguna de La Magdalena, en 1936, se convirtió en mito.  Lázaro Cárdenas como presidente de la República puso fin a miles de años de trabajo de la naturaleza mandando secar por medios artificiales el lago que había unido a toda la región que hoy comprende los municipios de Ahualulco, Etzatlán, San Marcos, San Juanito de Escobedo y claro, La Magdalena. 

El seno de la laguna, en su mayor parte de cantera cubierta por el limo de los arroyos que le daban vida, fue horadado por grandes canales en los que se vertió toda el agua que contenía.  Solo tres cuerpos de agua se conservaron: el denominado “vaso” actualmente cerca de Magdalena y  se supone era la parte más profunda; la orilla sur hoy en Etzatlán y la laguna Colorada en San Juanito de Antonio Escobedo que era un pequeño lago adyacente que se llenaba con los excedentes del lago mayor.

Los colores opalinos se perdieron para siempre.  El lugar de “muchas fuentes de agua” como fue descrito por los españoles del siglo XVI desapareció en menos de tres años y junto con él, el gremio de los pescadores y las artesanías hechas con “juncias y espadañas” que nosotros conocemos como “tule”.  Los petates no se hicieron más ni los chiquihuites y canastas de las que, al propósito, un padre de la Compañía de Jesús en el siglo XVII decía “hacen un tejido tan ralo que no pasa agua alguna por él” y consideradas  obras de arte junto al enconchado, el arte plumario y la cerámica virreinal.  En las esteras hechas de este material, descansaban los cuerpos fatigados de los nobles, ricos y pobres del Reino Ultramarino de la Grande España.

La “jícara” porque eso era la laguna de Magdalena una enorme cántara que se alimentaba de los arroyos que bajaban de diversos puntos de la geografía de esta amplia zona jalisciense dejó de existir.  Desapareció el pescado blanco y el bagre de esa zona “que mucho ynteresse (ganancia económica) da a los habitantes y se lleva a otras partes del reyno” como apuntaba Alonso de la Mota y Escobar allá por los 1600.  Las enormes ranas montesuma y los pelícanos grises (realmente blancos), los patos canadienses y las garzas blancas dejarían de verse en grandes parvadas. Se abandonaron las maravillosas huertas que daban ciruelas de España, limones, limas, naranjas, cebollas, lechugas, jitomates, pepinos y chiles.  La Joya, llamada así por la Compañía de Jesús quedaba aislada y solo comunicada por tierra. El clima cambió del “temple frío” imperante a un calor descomunal que no permite diferenciar el invierno del verano.

El campesinado salía ganando, la agricultura en poco tiempo pregonó las extraordinarias cosechas de las semillas que caían en el limo virgen dejado por el extinto Lago fenómeno que al poco tiempo se revertiría. La Laguna de La Magdalena había sucumbido después del primer intento de desecación dirigido por el gobierno de Porfirio Díaz que se detuvo ante el magnífico espectáculo que presentaba el que era catalogado como el tercer lago de la República Mexicana.

BIBLIOGRAFÍA DE AYUDA
http://www.revista.unam.mx/vol.6/num8/art80/ago_art80.pdf
Alonso de la Mota y Escobar, Descripción geográfica de los reynos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León, UNED, Guadalajara, México, 1985 et al.



martes, 6 de mayo de 2014

La serpiente en el agua

Vivir a orillas de un lago es un privilegio que pocos pueden tener.  En el siglo XVI, la vista que tuvieron ante sí los españoles y su ejército de indígenas fue impresionante.  No muy lejos del lago de Chapalac se extendía un nuevo lago de aguas tranquilas surcado por grandes canoas hechas de los troncos de árboles secos caídos en las cercanas cerranías.  Las chinanmpas trajinaban de un lado a otro en el seno acuoso y dos de sus tres islas estaban habitadas y tenían adoratorios y casas de “cal y canto” con cerca de mil habitantes. 

El clima era frío, es decir, no era caliente y de sus aguas salía el pescado blanco, los charales y los bagres con que se comerciaba en los pueblos de la cercanía.  Los juncos y los tules eran usados para tejer petates y cestas domésticas y parta trabajos duros.  No era de dudar que Nuño de Guzmán quisiera apropiarse de esa conquista por lo que le redituara en ganancias. 

Magdalena en la actualidad desde una fotografía que recrea la ilusión del lago perdido en 1936.
La fotografía fue tomada de internet.


La laguna de la Magdalena apenas alcanzaba los 4,5 metros de profundidad en su parte más honda en el mejor de los temporales.  Era de agua opalina y por los indígenas era llamada “coaxicari” la “jícara de la serpiente” o la “serpiente en la jícara”.  Según Coria y Cerezo, los escribanos que dieron fe de la conquista entren 1524 y 1527 en la principal de las islas residían los “señores caciques”. 

En la mitología de algunos pueblos prehispánicos la serpiente representa a la divinidad que habita en la tierra de los vivos y que puede acceder al inframundo cuando se esconde en la tierra.  A diferencia de Quetzálcoatl, la “serpiente emplumada” que puede acceder a la tierra, al inframundo y al cielo; la serpiente venerada por los antiguos habitantes de los valles de Jalisco tiene las puertas abiertas al reino del agua y no del aire.

Representación azteca de Quetzálcoatl, la serpiente emplumada.
Museo Nacional de Antropología e Historia, Cd. de México.




La enorme laguna de la Magdalena desecada de forma irracional en aras de un progreso que nunca llegó, era parte de la cosmovisión indígena.  Según las pocas personas que pudieron verla en su esplendor dicen que había algunas especies de culebras que se metían al agua y que de repente daban sustos a las mujeres que lavaban en los arroyos y los cuerpos de agua que rodeaban a la laguna.

La serpiente de agua en México es inofensiva para el hombre.  Pertenece al género Nautrix y existen muchas especies.
Fotografía tomada del blog de Sergio de Carabias http://sergiodecarabias.blogspot.mx/2013/05/excursion-de-ictiologia-extremadura.html



El cacique de esas tierras magdalenenses tomó quizá el nombre de esa entidad que podía estar al mismo tiempo en tres partes del mundo conocido por los pueblos prehispánicos el “Coaxícar” era la representación del ser que equilibraba las tres partes del mundo que le daban vida y sustento a una sociedad que desapareció antes de que su laguna se perdiera.

Serpiente del género Nautrix de agua dulce con la cabeza afuera.  Para el mundo prehispánico de Jalisco pudo representar  un ente divino.