sábado, 19 de marzo de 2022

¿Porqué se cubre a San Francisco en Magdalena, Jalisco?

 

19 de marzo del MMXXII

16 adar II, 5782

Diario de Calle

Eloy de la Torre

 

Son ya 250 años de la romería de la Virgen del Pueblito en que los habitantes de Magdalena, Jalisco van por la Imagen colocada por el alcalde mayor don Juan María de Xaramillo en el pueblo de San Juanito. De allí, la llevan a Magdalena.  Hay en esta romería ciertos ritos que, de forma puntual, el señor cura Agustín Dávila y yo comentamos la noche del 23 de marzo de este 2022 y hacen que el culto a la Virgen del Pueblito en los Valles de Jalisco sea único y particular, distinto al de su origen en Querétaro. 

Uno de esos ritos particulares nos llama la atención actualmente.  Para cuando la Virgen del Pueblito ha salido en manos de los magdalenenses rumbo a la parroquia del Señor Milagroso, irá ya precedida por la imagen de San Francisco de Asís que le sirve de peana.  Hace años dejaron de peregrinar los querubines que le orlaban la cauda –capa- y el Niño Dios –que será objeto en otra narración-.

Dicen los “Panchos” que son el grupo de hombres que cargan sobre su cabeza la imagen de San Francisco, que hay que llevarlo cubierto sobre todo del rostro porque, si se da cuenta del camino, en cualquier momento podría irse por sí mismo para llevar a la Virgen a Magdalena a Etzatlán o a Ahualulco.  Por ello hay que cubrirlo con una tela y se adelanta en la romería acompañado de cuetes que van a anunciando o dejando huella del camino que han de seguir quienes llevan a la Virgen del Pueblito.

Los “panchos” que algunos conocemos así, con ese nombre, son hombres que pueden pertenecer o no a los grupos parroquiales y los une el vínculo del culto a la Virgen del Pueblito.  Es alrededor de la imagen de San Francisco que los “viejos de la danza”- que son hombres disfrazados de demonios o caracterizados como algún personaje que puede encarnar el mal- hacen su fiesta y se van tras él como si recordarán de alguna forma, el momento de la evangelización en esta tierra del occidente mexicano donde, los franciscanos,convirtieron al catolicismo a los indígenas de esa región.  Quizá por eso, los enmascarados que figuran al demonio, siguen a San Francisco a manos de los “panchos” que van como “limpiando” el camino de los romeros que cargan a la Virgen del Pueblito y así, encuentren libre del mal la ruta de la Virgen y de su Hijo.


Nuestra Señora del Pueblito
Museo Regional de Querétaro


Pero la razón del porque lo cubren completamente con una tela, a pesar de este interesante simbolismo y la explicación devota de los fieles, es que, hasta 1983 la romería de la Virgen del Pueblito se realizaba el primer jueves de cuaresma y, en la liturgia –ritos del culto en los templos-  anterior al Concilio Vaticano II –cuando se decía misa en latín-  se acostumbraba cubrir a todas las imágenes con un velo de color morado en señal de penitencia durante toda la Cuaresma.  Como la romería se realizaba ya en la Cuaresma, la liturgia mandaba que la imagen de San Francisco debiera ir cubierta como signo de penitencia y vigilia por la cuaresma.

Personalmente me gusta más la explicación que el pueblo de Magdalena y el de San Juanito dan al hecho de que San Francisco vaya cubierto porque nos recuerda la personalidad del Seráfico Padre.  No vaya siendo que así como están las cosas y con las tantas necesidades, vea San Francisco la urgencia de visitar Magdalena, Ahualulco o Etzatlán y ya conocido el camino, se adelante a allanar las dificultades para que la Virgen del Pueblito y el Niño Dios vayan a dirimir y arreglar las cuentas.


miércoles, 25 de agosto de 2021

La importancia de una flor...

 

¿Qué importancia pudiera tener una flor en una pintura? Para muchos podría pasar desapercibida menos para el autor y para quien pudiera entenderle. La imagen de la Virgen de Guadalupe del Tepeyac tiene un sobreveste o vestido transparente sobre el de color rosa con adornos dorados.  Entre esos adornos destaca una sencillísima flor de cuatro pétalos justo sobre el vientre de la Virgen.


La Flor Solar o de cuatro pétalos,  nahui ollin en el sobreveste de la Virgen de Guadalupe del Tepeyac


 

Esa flor de cuatro pétalos, desapercibida para muchos, es un mensaje clarísimo para los mexica pues representa a la Flor Solar, el nacimiento de un nuevo sol, una divinidad que emerge: nahui ollin que significa movimiento en nahúatl.   En esa flor se unen los cuatro puntos cardinales, el camino del cielo y del infiermo.  Es el punto donde está el Todopoderoso.

 

Hoy sabemos que ese vestido transparente con adornos dorados es un añadido temprano a la imagen original impresa en el ayate de Juan Diego.  En aquellos años, una pieza sagrada no era vista de la misma forma en que la vemos hoy.  En esos años, las reliquias estaban al alcance de la mano de los fieles y podían ser intervenidas para darles más hermosura y decoro.

 

Esto nos lleva a un detalle sobre la antigüedad de la pintura de la Virgen de Guadalupe del templo del Señor Milagroso.  A diferencia de lo que se piensa, después de los hechos de 1531, es decir, las apariciones y la impresión de la Imagen en la tilma, la devoción a la Virgen de Guadalupe fue muy localista.  Se requirirían alrededor de 100 años para que permeara en la mermadísima población mexica y en el centro de lo que hoy es México.

 

En esos primeros años del siglo XVI, la devoción de la Virgen de Guadalupe era apenas alentada por los religiosos y sí muy dispersada por los mexica que se unieron a la conquista europea de lo que hoy es el territorio mexicano.  Con la llegada a muchos pueblos de México de esos “indios conquistadores” también se propagó la devoción a la Virgen de Guadalupe llevando sus imágenes a muchos rincones del país.

 

Las primeras reproducciones no incluyeron el relato de las apariciones pues los mexica entendían la importancia de transmitirlo oralmente y con atención en los símbolos que ellos entendían como la Flor Solar en el vientre de la Virgen.  A la par de estos hechos, se hicieron reproducciones de la Virgen de Guadalupe para los devotos europeos y hasta para la Corte de Felipe II y Felipe III. Baste recordar que la victoria de la Batalla de Lepanto contra los musulmanes es atribuida a la milagrosa intervención de la Virgen de Guadalupe.

 

La pintura de Magdalena parece reunir dos características: una que  la devoción a la Virgen de Guadalupe es llevada a esas tierra por los “indios conquistadores” que acompañan a Cristóbal de Oñate.  La otra es que la pintura de Magdalena es de excelente calidad pero carece del importantísimo detalle de la Flor Solar en el vientre.  Eso nos puede indicar que no hubo intervención indígena en su manufactura sino que fue encargada a un taller de pintura del más puro estilo europeo y el autor, haciendo su “copia del original” terminó haciendo una interpretación.

 

En la segunda mitad del siglo XVII, Carlos de Sigüenza y Góngora -muy cercano de Soy Juan Inés de la Cruz-  tuvo oportunidad de acercarse a la imagen de la tilma de Juan Diego y estudiarla.  Conocedor, al igual que Sor Juana, de la lengua nahúatl tuvo oportunidad de conocer a los últimos tlamatimine o “sabios” mexica de quienes obtuvo la información del significado que ellos daban a la Flor Solar o nahui ollin en el sobreveste de la Virgen.  Góngora falleció en agosto de 1700 y desde su “descubrimiento” del nahui ollin en  la Virgen de Guadalupe promovió que se cuidara ese detalle en las sucesivas réplicas que del ayate de Juan Diego se hicieran.


Huitzilopochtli, el "colibrí zurdo" Señor del Sol en la Piedra del Sol. 
Nótese la representación de las eras en forma de flor de cuatro pétalos.

La pintura de la Virgen de Guadalupe del Templo del Señor Milagroso no la tiene y  la pintura es de excelente manufactura. Los materiales con las que fue hecha son de alta calidad para su tiempo.  Tanto, que pese al descuido, ha podido sobrevivir hasta nuestros días.  Es esta una de las pistas que pueden seguirse investigando a partir de la restauración y vuelta al Templo del Señor Milagroso de esa pintura de la Virgen de Guadalupe de la que, todo indica, puede tener al menos 300 años de antigüedad.


En el círculo podemos notar como en la pintura de la Virgen de Guadalupe de Magdalena
no hay Flor Solar sino una flor de ocho pétalos o la representación de una rosa gótica.


miércoles, 18 de agosto de 2021

Cuando la Limpia Concepción de Nuestra Señora se enojó

 

En 1931 se cumplían 400 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac.  México se preparaba para celebrar a la Emperatriz de las Américas.  Magdalena Jalisco no tenía santuario ni templo dedicado a la patrona de los mexicanos pero sí a la Limpia Concepción de Nuestra Señora.  Apenas una calle separa aún hoy la Capilla de la Purísima Concepción del Santuario del Señor Milagroso. 

 

El padre Manuel Carrillo, cura de Magdalena dispuso que se trasladara la Limpia Concepción de Nuestra Señora al lado del Señor Milagroso y que la antigua imagen de la Virgen de Guadalupe se pusiera en su lugar en la Capilla de la Purísima.  Ese año la fiesta de la Purísima  se alargó del 1 al 12 de diciembre conmemorando 400 años de las apariciones en el Tepeyac.



Llegó enero de 1932 y la imagen de la Purísima no volvía a su Capilla y en su lugar estaba la Virgen de Guadalupe.  Paso febrero, la Cuaresma y Semana Santa hasta que, un sábado de Pascua, mientras los fieles esperaban la misa del alba, salió de la sacristía el señor cura Manuel Carrillo acompañado de cirios y cruz alta.  Sin mediar palabra, tomó la pequeña imagen de la Limpia Concepción y enfiló por el pasillo al atrio y luego a la capilla de la Purísima.


La Limpia Concepción de Nuestra Señora, otro de los tesoros patrimoniales de Magdalena,Jalisco y protagonista de nuestra narración.


 

Imaginemos la impresión y curiosidad de los fieles ante una procesión tan singular y nada anunciada.  Ya en la capilla de la Purísima, los sacristanes descolgaban la pintura de la Virgen de Guadalupe y el señor Cura Manuel Carrillo, de su propia mano, colocaba en su peaña a la Purísima Concepción.  Rezaron una salve casi improvisada y la sorpresiva procesión regresó al templo del Señor Milagroso esta vez cargando la pintura de la Virgen de Guadalupe que fue colocada en su retablo.


La Virgen de Guadalupe, la otra protagonista de esta narración en su imagen recién restaurada.



Nuestros informantes contaban que, luego de la misa, el padre Manuel Carrillo narró a un grupo de fieles que lo habían acompañado, que la noche anterior no había podido dormir.  En la duermevela, la Purísima Concepción le reclamaba no estar en su capilla y el padre Manuel Carrillo intentaba darle razones haciendo señas a la imagen de la Virgen de Guadalupe. Pero al acercarse a la Virgen de Guadalupe la veía ennegrecida y sin rostro como si le diera la espalda y si se acercaba a la Purísima no la podía ver a la cara porque los rizos que caían de la corona le cubrían el rostro.  Tanto era el enojo de la Virgen, decía el padre Manuel Carrillo, que hasta rojos alcanzaba a ver en parte las mejillas de la pequeña Imagen y era mucho el susto que le causaba ver ennegrecida a la Virgen de Guadalupe.


La capilla de la Purísima y el templo del Señor Milagroso vistos desde la plaza 1940 c.

 Así, un sábado de pascua de 1932, de una fecha que ya olvidamos, los monaguillos que cargaron los ciriales de la improvisada procesión: don Joaquín Ponce y Antonio Martínez que en la gloria de Su Divina Magestad estén, fueron testigos de la mañana en que la Virgen se enojó con el Señor Cura de Magdalena, cantaron dos Salves y vieron dos entronizaciones de la misma Virgen en distintas advocaciones.

sábado, 14 de agosto de 2021

Precioso documento original que se conserva en el archivo parroquial de Magdalena, Jalisco

Milagro del Santo Cristo de este convento de La Magdalena

Año de 1671

 

En el pueblo de La Magdalena de la Nueva España en 29 días del mes de septiembre de este presente año de 1671 años:  Juan López de Aguilar, teniente nombrado por el capitán Rodrigo Jiménez, alcalde mayor de la Provincia de Etzatlán, de la Santa Hermandad, por Su Magestad. 

 

Por cuanto este dicho mes y año en este pueblo de La Magdalena, sucedió como a las doce del día poco más o menos.  Habiendo tenido noticia el guardián de este convento, fray Juan Bañuelos y el padre fray Francisco Ponce asistentes en este convento que el domingo que se contaban 27 del dicho mes, una Imagen de Cristo Nuestro Señor Crucificado que estaba puesto en la puerta de dicho convento entre el púlpito y la puerta por donde salen las misas.  Puesto en la pared sobre un petate, había sudado.

 

Y yendo los dichos padres este día 29 de septiembre a quitarle de donde estaba y algunos naturales que vinieron a bajarle.  Bajándole al suelo, le vieron unas gotas de sudor todo en redondo de las costillas de la parte del costado y viéndole así, fueron e hicieron que se me llamara. A lo que fui y vide por vista de ojos las GOTAS DE SUDOR DE COLOR DE SANGRE.

 

Y llevándole al altar mayor, sin tocarle, poniéndolo encima del altar a vista mía y de todo el pueblo que ocurrió en esta ocasión a la iglesia, fue multiplicándose el sudor por todo el cuerpo, frente y rostro y por brazos que estaban llenos de polvo y tierra brotaban las gotas que se mojaba el polvo que tenía en los brazos y cuerpo.   Y habiendo limpiado por segunda vez con unos algodones, tornó a sudar que corría dicho SUDOR DE SANGRE por su santísimo cuerpo a vista mía y de todos los del pueblo.

 

Y visto por los dichos padres, el padre fray Francisco Ponce me pidió se hiciera la diligencia que se hizo para ver si había fraude o engaño en esto.  Y así, quitándole la corona y las potencias, volviéndole la cabeza abajo y los pies arriba me dijo:

 -Vuestra merced haga exactas y mire con toda atención y cuidado los agujeros que tiene en la cabeza donde se ponen las potencias si cae por ellos alguna agua o si está húmedo-

Y la misma diligencia se hizo en los agujeros de las manos y de los pies y clavos y registrándose todo el santo cuerpo y costado.


Y certifico y doy fe y verdadero testimonio y todo lo dicho y verdadero según y como al pie de la letra. Y para mayor fuerza, habiendo visto el portentoso milagro que Su Divina Magestad obró presente a todos los de este pueblo así españoles como naturales que se hallaron presentes y vieron sudar.

Y con los testigos de mi asistencia los llamé para que firmasen este, mi testimonio, conmigo que lo fueron:  Martín de Murrieta, Martín de Virguete y Antonio Guevara, Diego de la Águila y Francisco Guevara, Nicolás de Rojas, Bartolomé de Salmerón españoles y vecinos de este dicho pueblo y yo, el dicho teniente lo autorizo como juez receptor por no haber escribano público ni real en esta jurisdicción ni en muchas leguas en contorno ante quien pasen los escritos de este juzgado: doy fe.

 

JUAN LÓPEZ DE AGUILAR                                           BARTOLOMÉ DE SALMERÓN


Detalle del Señor Milagroso de Magdalena,Jalisco.
La Imagen de la que trata el documento anterior
 actualmente se resguarda y venera en el mismo pueblo.


jueves, 22 de mayo de 2014

La laguna de la Magdalena desaparece

Y la laguna de La Magdalena, en 1936, se convirtió en mito.  Lázaro Cárdenas como presidente de la República puso fin a miles de años de trabajo de la naturaleza mandando secar por medios artificiales el lago que había unido a toda la región que hoy comprende los municipios de Ahualulco, Etzatlán, San Marcos, San Juanito de Escobedo y claro, La Magdalena. 

El seno de la laguna, en su mayor parte de cantera cubierta por el limo de los arroyos que le daban vida, fue horadado por grandes canales en los que se vertió toda el agua que contenía.  Solo tres cuerpos de agua se conservaron: el denominado “vaso” actualmente cerca de Magdalena y  se supone era la parte más profunda; la orilla sur hoy en Etzatlán y la laguna Colorada en San Juanito de Antonio Escobedo que era un pequeño lago adyacente que se llenaba con los excedentes del lago mayor.

Los colores opalinos se perdieron para siempre.  El lugar de “muchas fuentes de agua” como fue descrito por los españoles del siglo XVI desapareció en menos de tres años y junto con él, el gremio de los pescadores y las artesanías hechas con “juncias y espadañas” que nosotros conocemos como “tule”.  Los petates no se hicieron más ni los chiquihuites y canastas de las que, al propósito, un padre de la Compañía de Jesús en el siglo XVII decía “hacen un tejido tan ralo que no pasa agua alguna por él” y consideradas  obras de arte junto al enconchado, el arte plumario y la cerámica virreinal.  En las esteras hechas de este material, descansaban los cuerpos fatigados de los nobles, ricos y pobres del Reino Ultramarino de la Grande España.

La “jícara” porque eso era la laguna de Magdalena una enorme cántara que se alimentaba de los arroyos que bajaban de diversos puntos de la geografía de esta amplia zona jalisciense dejó de existir.  Desapareció el pescado blanco y el bagre de esa zona “que mucho ynteresse (ganancia económica) da a los habitantes y se lleva a otras partes del reyno” como apuntaba Alonso de la Mota y Escobar allá por los 1600.  Las enormes ranas montesuma y los pelícanos grises (realmente blancos), los patos canadienses y las garzas blancas dejarían de verse en grandes parvadas. Se abandonaron las maravillosas huertas que daban ciruelas de España, limones, limas, naranjas, cebollas, lechugas, jitomates, pepinos y chiles.  La Joya, llamada así por la Compañía de Jesús quedaba aislada y solo comunicada por tierra. El clima cambió del “temple frío” imperante a un calor descomunal que no permite diferenciar el invierno del verano.

El campesinado salía ganando, la agricultura en poco tiempo pregonó las extraordinarias cosechas de las semillas que caían en el limo virgen dejado por el extinto Lago fenómeno que al poco tiempo se revertiría. La Laguna de La Magdalena había sucumbido después del primer intento de desecación dirigido por el gobierno de Porfirio Díaz que se detuvo ante el magnífico espectáculo que presentaba el que era catalogado como el tercer lago de la República Mexicana.

BIBLIOGRAFÍA DE AYUDA
http://www.revista.unam.mx/vol.6/num8/art80/ago_art80.pdf
Alonso de la Mota y Escobar, Descripción geográfica de los reynos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León, UNED, Guadalajara, México, 1985 et al.



martes, 6 de mayo de 2014

La serpiente en el agua

Vivir a orillas de un lago es un privilegio que pocos pueden tener.  En el siglo XVI, la vista que tuvieron ante sí los españoles y su ejército de indígenas fue impresionante.  No muy lejos del lago de Chapalac se extendía un nuevo lago de aguas tranquilas surcado por grandes canoas hechas de los troncos de árboles secos caídos en las cercanas cerranías.  Las chinanmpas trajinaban de un lado a otro en el seno acuoso y dos de sus tres islas estaban habitadas y tenían adoratorios y casas de “cal y canto” con cerca de mil habitantes. 

El clima era frío, es decir, no era caliente y de sus aguas salía el pescado blanco, los charales y los bagres con que se comerciaba en los pueblos de la cercanía.  Los juncos y los tules eran usados para tejer petates y cestas domésticas y parta trabajos duros.  No era de dudar que Nuño de Guzmán quisiera apropiarse de esa conquista por lo que le redituara en ganancias. 

Magdalena en la actualidad desde una fotografía que recrea la ilusión del lago perdido en 1936.
La fotografía fue tomada de internet.


La laguna de la Magdalena apenas alcanzaba los 4,5 metros de profundidad en su parte más honda en el mejor de los temporales.  Era de agua opalina y por los indígenas era llamada “coaxicari” la “jícara de la serpiente” o la “serpiente en la jícara”.  Según Coria y Cerezo, los escribanos que dieron fe de la conquista entren 1524 y 1527 en la principal de las islas residían los “señores caciques”. 

En la mitología de algunos pueblos prehispánicos la serpiente representa a la divinidad que habita en la tierra de los vivos y que puede acceder al inframundo cuando se esconde en la tierra.  A diferencia de Quetzálcoatl, la “serpiente emplumada” que puede acceder a la tierra, al inframundo y al cielo; la serpiente venerada por los antiguos habitantes de los valles de Jalisco tiene las puertas abiertas al reino del agua y no del aire.

Representación azteca de Quetzálcoatl, la serpiente emplumada.
Museo Nacional de Antropología e Historia, Cd. de México.




La enorme laguna de la Magdalena desecada de forma irracional en aras de un progreso que nunca llegó, era parte de la cosmovisión indígena.  Según las pocas personas que pudieron verla en su esplendor dicen que había algunas especies de culebras que se metían al agua y que de repente daban sustos a las mujeres que lavaban en los arroyos y los cuerpos de agua que rodeaban a la laguna.

La serpiente de agua en México es inofensiva para el hombre.  Pertenece al género Nautrix y existen muchas especies.
Fotografía tomada del blog de Sergio de Carabias http://sergiodecarabias.blogspot.mx/2013/05/excursion-de-ictiologia-extremadura.html



El cacique de esas tierras magdalenenses tomó quizá el nombre de esa entidad que podía estar al mismo tiempo en tres partes del mundo conocido por los pueblos prehispánicos el “Coaxícar” era la representación del ser que equilibraba las tres partes del mundo que le daban vida y sustento a una sociedad que desapareció antes de que su laguna se perdiera.

Serpiente del género Nautrix de agua dulce con la cabeza afuera.  Para el mundo prehispánico de Jalisco pudo representar  un ente divino.

jueves, 19 de septiembre de 2013

La imagen perdida... y vuelta a encontrar

El sismo datado cerca de 1564 que provocó la destrucción del pueblo de Atitlán en la isla de la laguna de La Magdalena no solo permitió que el pueblo del mismo nombre asentado en la orilla norte aumentara de población sino que provocó una rencilla entre los pueblos vecinos.  Tras el movimiento telúrico y la inundación de la Isla, quedaron arruinadas parte de las construcciones entre ellas, el templo que perdió todas sus imágenes incluida un Cristo crucificado de pasta de caña de maíz hecho en el taller de los Cerda en Pátzcuaro, Michoacán.
 
La ligereza del material permitió que unos años después, quizá después de permanecer atorado en el cieno del vaso lacustre o entre la vegetación circundante, flotó y fue encontrada por los pescadores de la zona.  Como en cada pueblo que circundaba la laguna había habitantes del antiguo pueblo de Atitlán cda pueblo reclamaba para sí la imagen que flotó en el lago.
 
Magdalena, Etzatlán, Santa María del Oro de Naccorachi, Ahualulco, Oconahua y hasta Tequila peleaban por el pueblo que se había resguardado en el primero.  El asunto se tuvo que ventilar en la Real Audiencia quien lo derivó al obispado que, para variar, no tenía cabeza. Así, la Sede Vacante del obispado de Guadalajara decidió recoger la imagen so promesa de que, sometería el caso al Obispo en cuanto lo hubiera.  Era cerca del año de 1570.  Así, la imagen fue embalada y llevada a la Catedral de la sede episcopal.  Nunca regresaría.
 
El Señor de las Aguas, resguardado actualmente en la Catedral de Guadalajara, fue venerado en la isla de Atitlán.  La cruz actual no corresponde a la original.
 
 
Para mayo de 1573 tomó posesión del gobierno de la diócesis de Guadalajara Francisco Gómez de Mendiola quien ordenó que el Cristo Crucificado que ya era conocido como el "Señor de las Aguas" fuera resguardado en la catedral vieja que hoy es el templo de Santa María de Gracia.  Posteriormente fue colocado en el convento de Santa Teresa provocando nuevamente conflicto entre ambos conventos. 
 
La región de donde salió el Santo Cristo de las Aguas olvidó rápidamente la posesión.  El pueblo de La Magdalena mandó hacer una imagen réplica del Santo Cristo de Amacueca, que tenía fama de muy milagroso en la época pero lo pidieron con el semblante muerto y no desfalleciente como el original.  Era alrededor del año de 1590 y la fiebre de la plata comenzaba a darle riqueza al pueblo.
 
El Santo Cristo de Amacueca en una fotografía del Ayuntamiento de esa ciudad.  Fue la base para la creación del Santo Cristo de La Magdalena.
 
 
En algún momento de 1598, llegó a La Magdalena, cargado en una remuda, la imagen de un Cristo crucificado hecho en madera, con el semblante muerto y sobre una cruz ochavada, llegó el objeto que le daría razón de ser a La Magdalena: un Cristo crucificado de tamaño natural que fue colocado en el presbiterio sobre un petate para ser usado en las procesiones del viernes santo.
 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA
"Los Cristos de caña de maíz y otras venerables imágenes de Nuestro Señor Jesucristo",
Luis Enrique Orozco